Stefan, el único cirujano disponible, atiende a un último paciente tras un turno de 31 horas. En lo que debería haber sido una intervención sencilla, el niño de 8 años muere en la mesa de operaciones. En este impactante cortometraje, el corrupto sistema sanitario rumano se somete a un minucioso escrutinio en un contexto de dolor, sobornos y amenazas.