Emilie, una de las jefas de recursos humanos de la multinacional Esen, ha sido recientemente contratada por su superior, Stéphane Froncart, por su "elegante impiedad", su habilidad para encontrar las palabras más adecuadas para conseguir que los empleados que la empresa quiere despedir, renuncien antes ellos mismos. Se rindan de cara a unas circunstancias adversas, especialmente planteadas para ello y así no ser acusados de despedir a cientos de trabajadores. Emilie, sigue el programa con total obediencia, hasta que uno de los empleados que está atrapado en él se suicida saltando desde la ventana de su oficina. A partir de ese día, Emilie no sólo tendrá que lidiar con esa tragedia, también deberá afrontar la vigilancia de la nueva inspectora de trabajo así como la voluntad de sus superiores de desviar toda la culpa del suceso hacia ella.
John Kruger, Eraser, es un destacado oficial del Programa Federal de Protección de Testigos. Ahora se enfrenta a un gran reto profesional: suministrar una nueva identidad a Lee Cullen. Esta joven ha descubierto una conspiración en la que están implicados importantes personajes de la política y la industria armamentística, por lo que su supervivencia está en manos de Eraser.
Nick Larson (Eric Lively, American Pie), es capaz de hacerlo, pero toda acción que se tergiverse entonces, tendrá consecuencias trágicas en el futuro. La única forma que tiene Nick de salvar a su novia de un terrible accidente es reviviendo el momento exacto a través de sus recuerdos y así viajar al pasado, pero las consecuencias que vendrán después serán impredecibles. A pesar de saber del extremo peligro que supone cambiar el pasado, Nick cree que merece la pena correr el riesgo para salvar a su novia.
En honor a su cumpleaños, Nicholas Van Orton, un genio financiero y solitario de corazón frío, recibe un regalo inusual de su hermano menor, Conrad: un certificado para participar en una clase de juego como ningún otro. Casi de inmediato, Nicholas se ve consumido por un conjunto peligroso de reglas siempre cambiantes, incapaz de distinguir dónde termina la farsa y dónde comienza la realidad.