Dirigida por Kelly Marcel y protagonizada por Tom Hardy, esta tercera entrega ofrece un cierre entretenido y desenfadado a una trilogía que ha sabido mantener su carácter peculiar. Hardy vuelve a lucirse en su doble papel, encarnando con naturalidad tanto a Eddie Brock como a su irreverente compañero simbiótico, y entregando momentos de comedia y acción que son el corazón de la película.
La cinta abraza el tono ligero y caótico que ha definido la saga, encontrando el equilibrio entre el humor absurdo y las secuencias de acción espectaculares. Aunque el guion no reinventa el género, logra mantenerse fresco gracias a los diálogos chispeantes y a la química única entre los personajes principales. Kelly Marcel, quien también coescribió el guion, aprovecha las dinámicas de "buddy movie" para darle a la historia un toque emocional que funciona sorprendentemente bien.
Uno de los detalles destacables es su rodaje parcial en España. Con un ritmo ágil y un desenlace que mezcla humor, acción y un toque de emoción, la entrega logra ser una despedida satisfactoria para los fans del protector letal. Hardy sigue demostrando que no hay mejor intérprete para este papel, consolidando una película que, sin tomarse demasiado en serio, cumple con creces su objetivo: ser entretenida y divertida.