María (40) se esfuerza por equilibrar la maternidad y una carrera exigente, mientras que su segundo marido, Sigmund, viaja con frecuencia por trabajo. A medida que la presión de las necesidades contrapuestas pasa factura, su matrimonio comienza a desmoronarse. A pesar de los desesperados esfuerzos de María por salvar su relación, Sigmund finalmente le informa de su deseo de divorcio, lo que la obliga a afrontar sus miedos más profundos. Esta revelación la sume en un torrente de dolor, ira y recuerdos inconscientes de su propio pasado. María finalmente comprende que parte de la clave para comprender su situación reside en la relación con su madre y su autoimagen interior. A través de una confrontación más profunda con su madre, finalmente conecta consigo misma de una manera que nunca supo que le faltaba. Cuando se reúne con su marido para conversar, el dolor del abandono ya no es el mismo.