Cada vez que veo “**Deseando amar**” (¡ya he perdido la cuenta de las veces!) me imagino las palabras susurradas de Chow (Tony Leung) tamizándose por los oscuros intersticios de las piedras de Angkor Wat; filtrándose como agua subterránea por la angostura del templo, hasta que consiguen salvar todos los obstáculos, y embarcadas en un viento nuevo, viajar a través del espacio y del tiempo. Vuelven a cobrar vida los callejones estrechos de aquel Hong Kong de los sesenta, el colorido de los Qipaos entallados en el escultural cuerpo de Li-zhen (Maggie Cheung). La danza del deseo a cada paso suyo, el tiempo ralentizado para el disfrute voluptuoso de nuestros ojos, las miradas tímidas de Chow en los encuentros casuales: un hombre y una mujer que desean amar con toda locura, con toda la pasión con la que un hombre y una mujer pueden amar.
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http://elcinepormontera.com/deseando-amar-in-the-mood-for-love-hong-kong-2000-wong-kar-wai/
Dos almas rotas jugando. Un desafío que los ahoga. Dos estados de ánimo que piden a gritos culminar lo que sus corazones sienten con rabia.
Dime que hay del deseo carnal cuando el odio a lo sufrido tiende a mostrartelo como un acto feo y desleal. Dime que hay en la venganza por el mero hecho de provocar maldad. Dime que es del amor si se utiliza movido por el mal.
No hay luz en este drama. Nada es limpio o nuevo. Espejos sucios, pasillos viejos, casas antiguas, calles traseras y lluvia sobre fachadas que hacen de testigos y espian un amor reprimido que lucha contra una penitencia.
Habitaciones que asfixian y provocan. Escondites de gente agena. Refugio del qué dirán, oxígeno de ansiedades de soledad.
Cuando parece que nada puede ser mas emotivo, cuando los sentimientos erizan la piel con cada plano... Asoma a tus oídos la voz de Nat King Cole con su "quizás".