Demasiado tarde
Un cúmulo de absolutos despropósitos argumentales, junto a la incapacidad para proporcionar un poco de ritmo a una secuela plagada de momentos soporíferos y absolutamente inverosímiles, convierten a este bodrio en algo completamente prescindible e, incluso, desaconsejable para la propia inteligencia emocional.
Y el final es de traca de feria, un ridículo _"uno contra todos"_ que no se sabe muy bien a dónde quiere llegar o qué pretende transmitir.