Atravesando en vespa la ciudad, y llevando en el bolsillo un frasco con esperma, Santi va hacia una clínica de reproducción asistida para hacer una in vitro con su mujer. De repente, un coche lo tumba y la conductora se larga. Incapaz de poner en marcha la moto, para a un taxi. No dispone de cambio y entra en un restaurante que hay cerca: el Toscana. Allí, Ramón, el propietario, discute en el teléfono por un dinero -que suponemos negro- destinados a la reforma del local. Cuando Santi le pide cambio, entra un tío llamado Tomás reclamando el finiquito que se le debe. Ramon se niega: el negocio va mal. Entonces Tomás saca una escopeta de caza: desesperado, ha consumido el paro, debe pagar la terapia y ha dejado de enviarle dinero a Heidi, su ex sueca que vive en Florencia con su hijo Valter.
Diana está felizmente casada con Paolo, pero a raíz de su pasión descontrolada por el sexo, siempre termina en cortas aventuras eróticas que no esconde. Al contrario, al contárselas, su vida sexual se llena de frescos impulsos.
Siete amigos que lo son desde hace años (tres parejas y un soltero) se reencuentran en una cena en la que deciden jugar a un juego extraño y arriesgado: ponen sus smartphone sobre la mesa y al grito de “no tenemos nada que ocultar”, deciden compartir los mensajes y las llamadas que cada uno de ellos reciba durante la noche, en una especie de ruleta rusa a golpe de SMS y tonos de llamada.
Nápoles, Segunda Guerra Mundial. Filomena Marturano, una bella joven que está sola en el mundo, trabaja en un prostíbulo, pues no encuentra otra manera de ganarse la vida. Allí es donde conoce a Domenico Soriano, más conocido como Don Mimi, un acomodado burgués que la retira de la profesión y la lleva a vivir a su casa.
Un joven ambicioso y sin escrúpulos (Dennis Price) proyecta vengar la afrenta que la aristocrática familia D'Ascoyne, a la cual pertenece, les ha infligido a él y a su madre. El plan consiste en eliminar a todos los miembros de la familia que le preceden en la sucesión al título de Duque.
Bruno Cortona, un simpático juerguista, se encuentra casualmente con Roberto, un tímido estudiante, y lo invita a pasar con él un día de vacaciones fuera de Roma. Durante el viaje, el joven se siente cada vez más atraído por la alocada forma de vida de su compañero.
Guglielmo es un hombre de inmaculada fe cristiana, propietario de una tienda de artículos religiosos y alta moda para obispos y cardinales. Su pareja, Lidia, devota consorte desde hace 25 años, decide abandonarlo justamente el día de su aniversario, echando por tierra su universo y sus certezas. A su tienda no tardará en llegar una imprevisible candidata a dependiente: Luna, una chica de barrio de lo más descarado y perturbador, tan voluntariosa como incapaz. Nada será igual desde ese día: Luna lo apunta a Tinder, y Guglielmo, soltero en apuros, descubrirá el sorprendente mundo de las citas a ciegas y los divertidísimos intentos de mujeres dispuestas a todo con tal de encontrar un alma gemela.
Giovanni trabaja para una empresa encargada de la reurbanización de suburbios italianos. Guarda una buena relación con su ex esposa Agnes, que cultiva lavanda en Provenza, y con quien tiene una hija en común, Agnes. La joven adolescente romperá los esquemas de su padre cuando le presenta a su novio Alessio, un joven que vive en los suburbios a los que Giovanni nunca se había planteado ir. Los padres del joven son el polo opuesto a los de Agnes. La tensión entre ambas familias crecerá cuando Giovanni, su hija, su novio y la madre de él se vayan de vacaciones a Coccia di Morto.
Jake (Jay Jablonski) es un tipo romántico que todavía añora a su ex, ocho años después de su separación. Pero un día conoce a Marisa (Cerina Vincent), una bella mujer italiana, y cae rendido a sus encantos. Para conquistarla, Jake tendrá que pasar por alto el hecho de que no es italiano, y deberá introducirse en su cultura y sus costumbres.
1974, Roma. Guido es un artista que quisiera ser vanguardista, pero se siente atrapado en una familia demasiado burguesa e intrusiva. A Serena, su mujer, no le gusta el arte, pero le gusta mucho el artista, y le "invade". Sus hijos, Dario y Paolo, de 10 y 5 años, son testigos involuntarios de su irresistible atracción sexual, de sus desastres, de sus traiciones, de sus eternos conflictos amorosos.