Lo que hacen algunos cineastas cuando no hacen cine: perder el tiempo; comer y emborracharse; darse un paseo al salir del cine; enamorarse; estar solos o con amigos, construyendo futuros recuerdos para una futura película…
Salvador Mallo, un director de cine en su ocaso, vive varios reencuentros. Algunos de ellos físicos, otros recordados: su infancia en los años 60; el primer deseo, su primer amor adulto ya en el Madrid de los 80; la escritura como única terapia para olvidar lo inolvidable; el temprano descubrimiento del cine y el inconmensurable vacío ante la imposibilidad de seguir rodando; la creación, la dificultad de separarla de la propia vida, las pasiones que le dan sentido y esperanza. En la recuperación de su pasado, Salvador encuentra la necesidad urgente de narrarlo, y en esa necesidad encuentra también su salvación.
Londres, 1956. El genial actor y director de cine Laurence Olivier está a punto de comenzar el rodaje de su próxima película, estrenada en 1957 como «El príncipe y la corista», protagonizada por Marilyn Monroe. El joven Colin Clark, que sueña con hacer carrera en el mundo del cine, consigue un trabajo en el plató como tercer ayudante de dirección.
Inglaterra, 1941, las hermanas Thomasina y Martha han creado una máquina que puede interceptar transmisiones del futuro. Este delicioso aparato les permite explorar su punk interno una generación antes de que el movimiento surja. Pero con la Segunda Guerra Mundial intensificándose, las hermanas deciden usar la máquina como arma de inteligencia, con consecuencias que alteran el mundo.
La película tiene lugar en un viejo cine de Taipei en el que se va a proyectar la épica película de artes marciales de 1967 dirigida por King Hu, Dragon Inn. No será una proyección más, será la última antes de que se cierren sus puertas para siempre.