Lo siento, pero Ser padre ha sido una experiencia decepcionante. La película, protagonizada por Kevin Hart en el papel principal, intenta tocar el corazón del espectador con una historia emotiva sobre la paternidad, pero se queda atrapada en un guion plano y predecible que no logra profundizar en las emociones que promete. Aunque el tema tiene potencial, el enfoque es tan formulaico que las escenas clave parecen diseñadas únicamente para buscar la lágrima fácil, sin realmente ganársela.
Kevin Hart, conocido por su destreza en la comedia, demuestra carisma en ciertos momentos, pero no consigue convencer en las partes dramáticas. Su interpretación carece de la autenticidad y vulnerabilidad necesarias para transmitir el peso emocional de la historia, haciendo que muchas escenas se sientan forzadas o poco creíbles. La química con Melody Hurd, quien interpreta a su hija, tiene destellos de ternura, pero no logra sostener la trama debido a la superficialidad del guion. Alfre Woodard, en el rol de la suegra, aporta una actuación sólida, pero su presencia se siente subutilizada en un guion que no le da mucho con qué trabajar.
En términos técnicos, la película no presenta nada particularmente destacable, ni en su dirección a cargo de Paul Weitz, ni en su banda sonora, que parecen más preocupadas por seguir el manual del género que por aportar algo único. La relación padre-hija tiene momentos genuinos, pero incluso estos destellos se ven opacados por el ritmo pesado de la narrativa.
Ser padre podría haber sido una exploración sincera y conmovedora de la paternidad y el duelo, pero se conforma con ser un drama tibio que no arriesga ni sorprende. En lugar de emocionarte, te deja con la sensación de haber visto algo más enfocado en cumplir con los clichés que en contar una historia que realmente importe.