(ESPAÑOL) Devotion es una película que, a primera vista, parece seguir el camino de los biopics bélicos clásicos, centrando su narrativa en hechos reales ocurridos durante la Guerra de Corea. Dirigida por J.D. Dillard, la película se esfuerza en contar la historia de Jesse Brown, el primer aviador naval afroamericano, y su relación con su compañero Tom Hudner. Sin embargo, lo que podría haber sido una obra coral que explorase las dinámicas entre todos los pilotos del escuadrón, queda relegado a un enfoque casi exclusivo en la relación de estos dos protagonistas.
Jonathan Majors, en el papel de Jesse Brown, brilla con fuerza. Su interpretación es contenida y poderosa, logrando transmitir tanto la fortaleza como las vulnerabilidades de un hombre que hizo historia en un contexto de discriminación racial. Glen Powell, por su parte, encarna a Tom Hudner con solvencia, aunque su personaje carece del desarrollo necesario para que la relación entre ambos cobre toda la profundidad emocional que se pretende. La química entre ellos es palpable, pero uno no puede evitar sentir que la película podría haber sacado más provecho de los personajes secundarios y las interacciones grupales.
Uno de los aciertos de Devotion es su capacidad para capturar la soledad y el peso emocional que Brown llevaba consigo. Las escenas en las que el piloto se enfrenta a sus demonios internos son algunos de los momentos más poderosos de la película, pero el guion parece empeñado en recordarnos constantemente su heroísmo, en lugar de permitir que los actos hablen por sí solos. Este exceso de didactismo le resta fuerza a una historia que podría haber sido más sutil y conmovedora.
El aspecto técnico de la película es sólido. La fotografía de Erik Messerschmidt destaca por su claridad y belleza, especialmente en las secuencias aéreas, que logran transmitir tanto la majestuosidad como el peligro de los combates. La banda sonora, compuesta por Chanda Dancy, acompaña bien las emociones del relato, aunque en algunos momentos puede parecer demasiado insistente.
La mayor crítica que se le puede hacer a Devotion es su enfoque narrativo limitado. La Guerra de Corea y las misiones aéreas ofrecían una oportunidad perfecta para crear un drama más amplio y complejo, explorando las historias y motivaciones de todos los pilotos del escuadrón. En lugar de eso, la película se queda en la superficie, concentrándose casi exclusivamente en la relación entre Brown y Hudner, lo que deja la sensación de que había un potencial mayor que no se llegó a aprovechar.
En definitiva, Devotion es una película que emociona en muchos momentos gracias a las interpretaciones de su reparto y al cuidado apartado técnico, pero que pierde algo de fuerza al no atreverse a ir más allá de su fórmula convencional. A pesar de sus limitaciones, es un homenaje digno y sincero a un héroe olvidado, y una muestra de cómo las conexiones humanas pueden perdurar más allá del tiempo y la tragedia.
(ENGLISH) Devotion is a film that, at first glance, seems to follow the path of classic war biopics, focusing its narrative on real events that took place during the Korean War. Directed by J.D. Dillard, the movie strives to tell the story of Jesse Brown, the first African-American naval aviator, and his relationship with his fellow pilot Tom Hudner. However, what could have been a broader exploration of squadron dynamics is reduced to an almost exclusive focus on the bond between these two protagonists.
Jonathan Majors, in the role of Jesse Brown, shines brightly. His performance is both restrained and powerful, managing to convey the strength and vulnerabilities of a man who made history in a context of racial discrimination. Glen Powell, on the other hand, portrays Tom Hudner convincingly, although his character lacks the necessary development to fully realize the emotional depth of their relationship. The chemistry between them is palpable, but one can't help but feel that the film could have made better use of the supporting characters and group interactions.
One of Devotion's strengths is its ability to capture the loneliness and emotional weight that Brown carried with him. The scenes where the pilot confronts his internal demons are some of the most powerful moments in the film, but the script seems intent on constantly reminding us of his heroism, instead of letting his actions speak for themselves. This excess of didacticism detracts from a story that could have been more subtle and moving.
The film's technical aspects are solid. Erik Messerschmidt's cinematography stands out for its clarity and beauty, especially in the aerial sequences, which manage to convey both the majesty and danger of combat. The score by Chanda Dancy complements the film's emotional beats well, though it can occasionally feel a bit overbearing.
The main criticism that can be leveled at Devotion is its limited narrative scope. The Korean War and the aerial missions offered a perfect opportunity to create a broader and more complex drama, exploring the stories and motivations of all the squadron's pilots. Instead, the film remains on the surface, focusing almost exclusively on the relationship between Brown and Hudner, leaving the impression that there was greater potential that went untapped.
In conclusion, Devotion is a film that moves in many moments thanks to its cast's performances and its polished technical execution, but it loses some impact by not daring to go beyond its conventional formula. Despite its limitations, it is a worthy and sincere tribute to a forgotten hero and a testament to how human connections can endure beyond time and tragedy.