**Aquí empieza todo**
La estética potente de Verbinski, muy sesgada debido al público objetivo de Disney, cierra esta primera entrega de la saga que ha dado a conocer mundialmente al pirata más amanerado del Séptimo Arte.
Johnny Depp ha imprimido una vis cómica a un personaje que debería haber sido mucho más sombrío e inquietante. Y ha sido el contrapunto más comercial a una estética gótica muy bien resuelta por el director, en la que el terror sucio y escatológico propiciado por los filibusteros regala imágenes muy elaboradas, así como números circenses de deliciosa coreografía.
Hay muchos peros en esta inteligente colección cinematográfica, pero quizás, el más destacado sea el giro inverosímil hacia lo esotérico, donde el inframundo de los bucaneros se apodera de la trama episodio tras episodio, aportando no pocas imágenes impactantes, pero también una línea argumental demasiado infantiloide y fantasiosa.
Lo mejor, sin duda, ver a Geoffrey Rush, y escuchar a Hans Zimmer. Y lo peor, que es un proyecto de Disney.