En Gran Bretaña, Reino Unido se recuperan de la desesperación de la Gran Guerra, las personas sobreviven a como pueden, y las bandas criminales proliferan en una nación sacudida económicamente.
Es justamente aquí donde una familia de gánsteres irlandeses de origen nómada (a veces llamados gitanos o chatarreros) asentada en Birmingham (los Peaky Blinders) justo después de la Primera Guerra Mundial, dirigen un local de apuestas hípicas en la ciudad. Las acciones del ambicioso, respetado, temerario y peligroso jefe de la banda, Thomas Shelby, llaman la atención del Inspector jefe Chester Campbell, un detective de la Real Policía Irlandesa que es enviado por el mismo Winston Churchill desde Belfast donde había sido enviado a limpiar la ciudad del Ejército Republicano Irlandés (IRA), comunistas, pandillas y delincuentes comunes.
Los Shelby sufren una pérdida devastadora. Cuatro años después, el fin de la ley seca lleva a Tommy a entrar en el mercado del opio y forjar alianzas con viejos enemigos.
Los Shelby sienten los temblores del crac financiero de 1929 mientras Tommy lucha en dos frentes: la ambición familiar de la sangre joven y la amenaza fascista.
Un año después de la disputa que los dividió, los Shelby se convierten en blanco de una venganza de la mafia. Unidos otra vez por las circunstancias, buscan aliados.
Es 1924. Pasaron dos años del derbi de Epsom. Públicamente, Tommy controla las apuestas de hipódromos y vende autos. Puertas para adentro, trabaja para Winston Churchill.